Red Bull, la bebida energizante conocida en todo el mundo,
comenzó a ser comercializada en Tailandia hace casi 40 años bajo el nombre
“Krating Daeng” (buey rojo, en tailandés). Su creador, Chaleo Yoovidhya murió apenas ayer (16 de marzo
2012) a los 89 años y en medio de una fortuna que Forbes estimó en US$ 5millardos (más que la suma de Azcárraga y don Roberto González Barrera, dueño de Gruma y Banorte).
La bebida se popularizó entre camioneros y albañiles por sus
cualidades vigorizantes. A principios de la década de los ochenta, Dietrich
Mateschitz la probó para menguar los efectos del “jet lag” en una estancia en
Tailandia. Le vio potencial y se asoció con la farmacéutica que la producía,
propiedad de Chaleo. Desde entonces el corporativo Red Bull está en Austria. El
resto es historia conocida.
Hoy esta bebida “milagrosa” vende más de 2 mil millones de
botellas en todo el mundo a pesar que ha sido prohibida en algunos países
europeos (prohibición que años más tarde es levantada). La taurina, sustancia
natural que genera los efectos del Red Bull, no fue aislada por Chaleo ni por
Mateshitz, sino por dos científicos alemanes (Tiedemann y Gmelin) hace casi 200
años. Y sí, la aislaron a partir de la bilis del toro, aunque se encuentra
incluso en nuestro músculos (es un ácido orgánico).
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